Autor/ David Alcácer – Imagen/ eBierzo, Premios Ondas, Clker
Este año se entregaron los primeros premios concedidos por la Academia de las Artes y Ciencias de la Radio. Puede parecer sorprendente en un país (o país de países, si se prefiere) con una tradición radiofónica tan rica como España. No tanto si se tiene en cuenta que, desde hace años (décadas en algunos casos), existen otros premios con prestigio y pedigrí destinados a reconocer la labor en el medio radio.
Una de las posibles razones para la puesta en marcha de los galardones de la Academia es que esos otros premios se estén alejando de su espíritu original y sufriendo delirios de grandeza. Tanto los Micrófonos de Oro como los Ondas (a cuya imagen y semejanza nacieron) sufren de una triple perversión que hace mella en su credibilidad y coherencia:
En el caso de los Micrófonos, la definición oficial dicta que son concedidos bajo el paraguas de “la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión (ATR), cuyo Presidente de Honor es Luis del Olmo” («su alma» según Federico J. Losantos). Pero no siempre todo está atado y bien atado, precisamente el otorgado por el jurado al comunicador turolense en 2007 contó con la oposición frontal de Del Olmo. Lo que nunca falta es, como mínimo, un premio a «su» Punto Radio (lo mismo se podría decir de la relación Ondas-SER).
El veterano locutor leonés también apadrina los Premios Protagonistas, que se entregan desde 1997 pero cuyas categorías, incluida la de radio, entran y salen del palmarés a capricho. Ah, y no olvidemos las Antenas… también de Oro, faltaría más.
Ejemplo al canto: Un Ondas en 2009 para la COPE, pero no para ningún componente del triunvirato J. Losantos-Vidal-L. Schlichting sino al programa matinal de los fines de semana. Y, atención, de Al sur de la semana se desatacó su «estilo amable e informativo”, virtudes que son carencias en el trío antes citado (al menos para sus detractores). Es decir, una caricia que es bofetada en cara ajena y todo ello en las vísperas de la emancipación de Vidal y Losantos.
Otro ejemplo al canto pero ajeno a la radio: Los Óscars de Hollywood son imbatibles como referencia para los amantes del cine de los grandes estudios ¿Cómo hacerse visible ante tal competencia? Lo dicho, con una personalidad propia, distintiva y mantenida en el tiempo. Los Razzies premian a las peores películas y actuaciones, los Spirit Awards se centran en el cine independiente y de bajo presupuesto, los MTV Movie Awards apuestan por la votación popular y las categorías insólitas (mejor beso cinematográfico, escena de acción o villano),…
Los Premios Ondas nacieron en la década de los cincuenta como premios exclusivamente radiofónicos. Se forjaron un prestigio como tales añadiendo nuevas categorías (radio local, latinoamericana, internacional) e incluyendo a un medio primo-hermano como es la televisión. Todo ello se puso en peligro en la década de los noventa con lo que, a priori, puede parecer un impulso: Incluir categorías dedicadas al cine y la música. Y, sin embargo, hasta hace pocos años no se comenzó a premiar la mejor publicidad radiofónica.
Actualmente los premios del caballo alado son un cajón de sastre donde la radio es un apartado más a pesar de que son los primeros galardones que se entregan en la gala anual en un gesto que puede ser interpretado como una maniobra para realzarlos o lo contrario: La liturgia tradicional de estos actos dicta que los galardones más importantes y esperados son los que cierran la velada y los primeros, un trámite.
Si, en el caso de los Ondas, abarcar diferentes campos ha supuesto alejarse del espíritu que los vio nacer (puede que en una maniobra calculada e intencionada), los Micrófonos de Oro nacieron ya bajo esa concepción difusa fiel al Quiero y no puedo. Cada epígrafe de los Micrófonos premia a un número variable de profesionales y no existe una categoría específica que premie a programas extranjeros. Sí que hay categorías relacionadas con los medios de comunicación (radio, televisión, prensa), otras con el mundo del espectáculo, premios tan rancios y repugnantes como Toros (tradúzcase por Tortura de Toros hasta su muerte convertida en tétrica fiesta) todo ello rematado por un surtido variado que dispara en todas direcciones: Deporte, ciencia, gastronomía,… Una mezcla bienintencionada pero que supone un campo abonado para las suspicacias (como el Micrófono de Oro a la empresa o empresario del año o a las o los políticos).
Otras dos voces de peso ponen en solfa, en este caso, a los Ondas pese a que sus declaraciones distan veinte años. Por un lado el José María García, que rememora uno de sus enfrentamientos con Fontán durante su etapa en la Cadena SER:
«Dije a Eugenio Fontán que no era de recibo que los Premios Ondas se repartiesen entre las cadenas… y a mí me dieron uno por El Partido de la Jornada; No lo acepté aunque luego lo recogí pot respeto a los compañeros».
Si García hizo su confesión en los noventa a Lorenzo Díaz, Francino accedió a tratar el tema hace pocas fechas entevistado por Virginia Drake:
“La casa sabe mi opinión sobre lo que eran y lo que son los premios Ondas y me la respeta. Hay cosas en las que no me gusta participar porque no comulgo con ellas, y ya está”.
Autor/ David Alcácer
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Etiquetas: Academia de la Radio, Luis del Olmo, Micrófonos de Oro, Premios Ondas, Radio Barcelona
11 enero 2011 a las 1:39 |
eres un atorante perro de mierda